miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER EN EL PROCESO DE PAZ?











Laura Gil en el diario El Tiempo de hoy nos llama la atención sobre un aspecto clave del actual proceso de paz: la participación de las mujeres, que el gobierno anunció sería destacado y permanente. No obstante, no hay ningún miembro negociador que sea mujer ni entre los representantes del Estado ni por parte de las FARC.
¿Por qué tiene que haber una representación femenina en este proceso? ¿Acaso la condición de género otorga a la mujer una capacidad especial para la paz?. ¿Acaso las mujeres no han sido parte activa de la guerra?
Creo que el fundamento de la participación en la toma de decisiones del proceso de paz no puede buscarse en lo que se conoce como   "naturaleza femenina",  "intuición femenina" o ideas similares según las cuales las mujeres por el solo hecho de serlo tendrían una tendencia especial hacia la paz. Tampoco debe buscarse su justificación en su condición de víctimas de crímenes de guerra. Creo que el hecho de haber sido sujeto pasivo de un delito no otorga un especial discernimiento para juzgar a los responsables del mismo, antes, por el contrario, puede ser contraproducente. No se le puede pedir a la víctima una actitud objetiva o distante a la hora de atribuir responsabilidades en materia de crímenes que ha padecido en carne propia. 
Ahora bien, cada cual es libre de pensar como le parezca, en esta materia como en todas, pero el Estado y el gobierno no pueden actuar con base en razones subjetivas.
La discriminación de la mujer es un hecho suficientemente comprobado histórica y sociológicamente y Colombia no es una excepción. Y el Derecho de los derechos humanos prohibe la discriminación por razones de sexo. Por ello existen las políticas de reducción de la discriminación de la mujer. 
En el caso concreto del proceso de paz colombiano la ausencia absoluta de la mujer en los niveles de toma de decisiones del mismo es suficiente demostración de su segregación. Por tanto, es preciso exigir que se ponga fin a este hecho evidente. De lo que se trata es de aplicar principios de discriminación positiva para establecer una cuota de representación de las mujeres colombianas en un proceso trascendental para el país. Desde luego, deberá tratarse de personas que acrediten una experiencia, competencia o cualificación disciplinar y/o política especialmente relacionada con el conflicto, la violencia  y procesos de paz. Estas últimas sí son razones objetivas que justifican la presencia en los niveles de decisión de las mujeres colombianas en el proceso de paz. 
Al respecto Dice Laura Gil:
"El Gobierno de Colombia, hoy miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, ignora las resoluciones de ese órgano.
El presidente Santos afirmó: "Las mujeres tendrán un papel destacado y permanente en el proceso de paz". Tan meritorio pronunciamiento choca con la realidad: ni del lado del Estado ni del lado de las Farc se encuentra una sola negociadora titular.
El presidente destacó el rol de Lucía Jaramillo y Elena Ambrosi en las conversaciones exploratorias. Lo cierto es que ellas no parecen haber jugado un rol primordial en los pasados diálogos confidenciales y todo indica que tampoco lo harán en los formales.
El intento del Presidente por calmar la preocupación de las organizaciones de mujeres es entendible. Al fin y al cabo, hablaba ante Michelle Bachelet, secretaria ejecutiva de ONU Mujeres y guardiana de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad.
Las palabras de Bachelet habían sido claras: "Es fundamental retomar las experiencias de otros países del mundo en los que la voz de las mujeres ha sido tenida en cuenta como pieza clave para la construcción de la paz, lo cual no es otra cosa que seguir las recomendaciones de la Resolución 1325 y las demás que la complementan".
La Resolución 1325 del 2000 pide la presencia de la mujer "en niveles de adopción de decisiones para la prevención, la gestión y la solución de conflicto"
Ver más: 
La Paz en pantalones. Laura Gil, Diario El Tiempo

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