La guerrilla de las FARC aprovechó el momento de Oslo para legitimar su existencia y poner en cuestión al Estado colombiano. Era de suponerse porque en adelante el proceso será a puerta cerrada. Pero, también podemos esperar que a partir de ahora los negociadores de las FARC adopten una posición más realista.
Ciertamente Colombia es un país con un grado de desigualdad social escandaloso y uno de los factores que intervienen destacadamente en ella es la exagerada concentración de la propiedad de la tierra, pero estos son problemas que no se van a solucionar en una mesa de negociaciones de pocos meses.
El proceso de paz debe concretarse en el abandono de las armas por parte del grupo guerrillero y en los mecanismos del regreso de sus miembros a la vida civil, siempre que los máximos responsables de delitos de sangre acepten su responsabilidad, se entreguen a la justicia y cumplan las penas que les sean impuestas.
Estos son los temas que pueden conducir al primer paso de la paz: el fin de la lucha armada y la incorporación a la vida civi de los guerrilleros, siempre que no sean los máximos responsables de crímenes atroces, quienes deberán responder ante la justicia.
Melba Luz CalleVer más en El Tiempo:
Proceso de paz: un arranque que dejó clara la magnitud del reto.
En Noruega, Gobierno y Farc hicieron públicas sus profundas diferencias.
Esta
semana, en las afueras de Oslo, donde ocurrió la primera presentación
pública del Gobierno y las Farc juntos desde que comenzaron a dialogar
-hace ocho meses-, quedó marcado el difícil pulso que será el proceso de
paz con esa guerrilla. Y no solo por el encendido discurso del 'número
dos' de las Farc, 'Iván Márquez', que cuestionó hasta la inversión
extranjera. (Lea: acuerdos sobre la tierra, el primer reto en La Habana).
Si
bien la beligerancia de 'Márquez' fue lo más notorio en el auditorio
del Hotel Hurdal, a donde los negociadores de lado y lado entraron en la
tarde del jueves con una solemnidad propia de un hecho histórico, no
menos vehemente fue Humberto de la Calle, quien entró a la segunda
parte del acto claramente molesto por el tono del discurso del jefe
guerrillero. (Lea: 'Márquez' y 'Santrich', dos viejos camaradas).
"Para
discutir la agenda minero-energética, las Farc tienen que dejar las
armas, hacer política y ganar las elecciones", y "el Gobierno no se
siente rehén de este proceso", dijo De la Calle en respuesta al jefe de
los negociadores de las Farc, que aterrizó en esta segunda parte de los
diálogos -no estuvo en la primera- pidiendo "cambios estructurales" que
sobrepasan claramente la agenda ya pactada por sus compañeros con el
Gobierno en Cuba. (Lea: apenas el comienzo / Opinión).
"En
las Farc nadie está amilanado, estamos llenos de moral de combate",
dijo 'Márquez', para remarcar que la guerrilla no llega a la mesa
vencida.
Ataque a una pieza clave
Si
bien nadie se imaginaba fácil el camino que el Gobierno y las Farc
comenzaron esta semana en Noruega al instalar el proceso de paz con el
que el presidente Juan Manuel Santos busca cerrar definitivamente el
conflicto, el solo rechazo del 'número dos' de las Farc al Marco
Jurídico para la Paz dejó ver lo pedregoso que será el trayecto. (Lea: la paz es posible / Opinión).
"A
las Farc les queda muy difícil que el Congreso les elabore un marco
jurídico, cuando se ha parecido a un antro de corrupción, con casi 100
acusados de narcoparamilitarismo", afirmó 'Márquez'. Y llegó a decir que
"quien debe someterse al marco jurídico es el Estado", para pagar por
"sus crímenes atroces". (Lea: Confidencias de Noruega).
Esto
significa, ni más más ni menos, que las Farc están despreciando el
cimiento del proceso de paz. El Marco Jurídico para la Paz fue pensado
para ellas. El Gobierno tuvo que salir a defenderlo durante su trámite
en el Congreso de críticas del expresidente Álvaro Uribe y de Human
Rights Watch que, paradójicamente, coincidieron en calificarlo de
iniciativa para la impunidad.
Esta
arquitectura jurídica partió de la base de que no es realista
investigar a cientos de combatientes de la guerrilla responsables de
delitos graves, porque los procesos no terminarían ni en 100 años y se
repetiría el fracaso del proceso de Justicia y Paz -que solo ha
producido 14 condenas-. Por eso se habló de investigar solo a los
máximos responsables de la guerrilla.
Y,
además, es el Congreso que 'Márquez' considera ilegítimo el que debe
reglamentar el Marco para la Paz y definir la participación política de
quienes dejen las armas y el tipo de penas alternativas para los autores
de delitos graves.
Pero
la cabeza del grupo negociador de la Farc se adelantó a este tema
diciendo: "¡Cómo van a pretender que vayamos a la cárcel por hacer uso
del derecho fundamental de levantarnos contra un régimen oprobioso!"
Tras lo cual reclamó que 'Simón Trinidad' estuviera en una cárcel de EE.
UU. "por alzarse en armas" y pidió que ese país ponga su cuota
permitiendo que el guerrillero participe en la negociación "de cuerpo
presente".
En
la reparación a las víctimas, quedó planteado otro punto fuerte para
las negociaciones que comienzan en La Habana, de manera secreta e
ininterrumpida, el 15 de noviembre. "Las Farc tienen que darles la cara a
sus víctimas, eso es insustituible en estas conversaciones", dijo De la
Calle. "Y ahora resulta que solo hablan de las víctimas de las Farc",
respondió irónicamente el guerrillero 'Jesús Santrich', quien durante el
acto en Noruega pareció un hincha de 'Márquez' por la manera como
celebró con gestos y señales cada cosa que él dijo.
El
propio presidente Santos dijo el día que informó al país sobre los
diálogos que nada sería fácil. Y las Farc lo confirmaron en Noruega al
leer todo el ambicioso y amplio preámbulo del acuerdo que firmaron con
el Gobierno en La Habana el 26 de agosto, y donde se subrayan puntos
como que la paz pasa por "el desarrollo económico con justicia social y
en armonía con el medio ambiente", la necesidad de "ampliar la
democracia" y que la paz "es un asunto de la sociedad en su conjunto y
requiere de la participación de todos". Una visión muy distante de la
del Gobierno, que se ciñe estrictamente a los cinco puntos concretos de
agenda para alcanzar un "acuerdo final".
De
hecho, ayer se conoció una carta a Colombianos y Colombianas por la Paz
en la que el máximo jefe de las Farc, 'Timochenko', dice -tras insistir
en la necesidad de mecanismos para desescalar y humanizar el conflicto-
que "no es posible llegar a una paz verdadera sin realizar
modificaciones estructurales al injusto andamiaje sobre el cual se erige
el régimen político colombiano".
Ante
esto, el presidente Santos fue claro el viernes al señalar: "Sabemos
exactamente qué queremos, dónde están las líneas rojas, qué podemos
ceder y qué no podemos ceder".
Pero
aún con todo lo espinoso que se ve el camino que recorrerán las Farc y
el Gobierno, este no es intransitable, y de eso se tratará la
negociación, de encontrar la salida. Y con un factor muy importante:
ahora todo transcurrirá en un escenario a puerta cerrada, sin los
micrófonos y las cámaras de la prensa mundial.
Una
parte clave del análisis de lo sucedido el jueves pasa por entender que
las Farc no iban a desaprovechar un escenario como el que tuvieron en
Noruega para de tratar de legitimarse ante los ojos del mundo. Las Farc
hacen parte de las listas -tanto de Estados Unidos como de la Unión
Europea- de grupos terroristas, y el largo 'memorial de agravios'
expuesto por 'Márquez', en el que recordó desde los altos niveles de
desigualdad en el país hasta la masacre de los militantes de la Unión
Patriótica, tenía el claro objetivo de justificar la existencia de una
lucha armada que la mayor parte de la comunidad internacional considera
inaceptable. Porque aunque Colombia tenga múltiples problemas por
superar, nadie en el planeta se atreve a cuestionar su carácter de
Estado democrático.
'Timochenko'
ha dicho que la intención de su grupo armado es no levantarse de la
mesa hasta lograr un acuerdo. Y aunque 'Márquez' entró hablando duro,
también ratificó en público este compromiso. Porque, finalmente, y
discursos aparte, ambos entienden bien que esta es tal vez la última
oportunidad de una salida política para una lucha armada que tras medio
siglo ha demostrado su inutilidad.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Enviada Especial de EL TIEMPO
Oslo (Noruega).
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Enviada Especial de EL TIEMPO
Oslo (Noruega).
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